Cómo detectar las primeras alergias en el bebé

Las alergias representan una enfermedad que no siempre tienen una única causa e influyen en ellas tanto factores externos como internos. Por eso, su detección no es siempre fácil y sobretodo cuando se trata de un bebé, ya que en algunos casos esta enfermedad puede tardar en desarrollarse o dar los primeros síntomas a una edad más avanzada (hablamos de meses e incluso años).

Aunque el concepto de alergia esté muy centrado en la mente de la mamá como algo que afecta la piel, en realidad, afecta a diferentes sistemas del organismo como pueden ser las vías respiratorias o el propio aparato digestivo. Mientras que algunas de ellas muestran síntomas de carácter leve (enrojecimientos en la piel, prurito,…), otras en cambio, tienen que tratarse de forma correcta para evitar futuras secuelas.

Para los bebés y los niños, el método de actuación más recomendado se basa en seguir una serie de características desglosadas por bloques para poder recabar la máxima información posible acerca de ellos, y una vez tengamos un diagnóstico lo más próximo y real posible, entonces pasar a los primeros test de alérgenos. Se hace hincapié en esta parte, ya que en muchas ocasiones el alarmismo de la madre produce una ansiedad de conocer rápidamente qué es lo que puede afectar al bebé, pasando directamente a realizar las pruebas sin tener en cuenta el proceso de recoger información más detallada. El pediatra debe ser consciente de ello, y planificar un buen método de trabajo con el bebé o niño pequeño.

¿Cuáles son los factores que desencadenan un proceso alérgico?

Existen 5 bloques que ayudan a detectar la posibilidad de que el bebé padezca alergia:

[infobox style=»alert-custom blue»]La Alimentación: clave en la detección de alergias[/infobox]

En el artículo que se publicó sobre la leche materna se consideraba que la ingesta mínima durante 4 a 7 meses tenía la capacidad de proteger al bebé de ciertas patologías incluyendo algunas alergias. El problema radica en que hay bebés que tienen antecedentes familiares por lo que éstos deberían tomar fórmuloas hipoalergénicas hidrolizadas, incluso más allá de los 6 meses que es cuando se comienza a introducir los sólidos. Estos bebés se les debe aplazar este inicio para un poco más tarde (lo que el pediatra estipule).

[infobox style=»alert-custom blue»]Factores Genéticos: la base del historial clínico[/infobox]

Sin duda, es el factor más importante y el que desencadena la alergia con mayor probabilidad. No existe una relación directa entre padres alérgicos y que los hijos también deban serlo, solamente se recalca la mayor probabilidad de padecerla y que el pediatra, sin duda, tendrá muy en cuenta cuando decida el diagnóstico.

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[infobox style=»alert-custom blue»]Infecciones y antibióticos: primeros elementos a los que se enfrenta el bebé[/infobox]

Las primeras infecciones en el bebé suelen alterar el sistema inmunológico ya que se potencia su función para combatirlas. Aunque a nadie le gusta que su bebé pase por un proceso infeccioso, a la larga resulta favorecedor ya que el sistema inmunológico está «más atento» a proporcionar una respuesta ante una adversidad externa y esto disminuye la probabilidad de padecer una alergia futura. Existen estudios clínicos en los que se ha demostrado que algunos antibióticos, si no se usan de forma controlada, tiene un efecto contrario, es decir, aumentan el riesgo de desarrollar alergias.

[infobox style=»alert-custom blue»]Las Vacunas[/infobox]

El calendario de vacunación está recomendado por la OMS, siendo casi una obligación en muchos países. A pesar, de las continuas disputas entre la relación riesgo/beneficio, sí que es verdad que algunas vacunas pueden aumentar la probabilidad de tener una alergia y esto se dan en muchos casos. En cambio, lo que sucede es que el beneficio proporcionado a nivel de salud tras aplicar la vacuna es muy superior al de padecer la alergia.

[infobox style=»alert-custom blue»]Alérgenos Externos[/infobox]

No existen estudios esclarecedores sobre la relación que existe entre estar expuesto el bebé a una zona con muchos alérgenos y padecer alergias. Lo primero, es que debería haber una concentración sustancial del alérgeno que sí produce o puede producir alergia en el bebé para que aumentase esta probabilidad. Tampoco hay nada claro sobre aquellos bebés que nacen en primavera y tienen más riesgos de padecer alergias por culpa del polen que está suspendido en la atmósfera. Ni siquiera el tener mascotas en el hogar ha demostrado un vínculo con la aparición de alergias, es más, existen estudios que demuestran que son capaz de reforzar al niño a no padecerlas.

[infobox style=»alert-warning»]Uno de los factores que SÍ debe tenerse en cuenta es el humo del tabaco, puesto que está demostrado que el bebé tiene mayor riesgo a padecer asma cuando la madre es fumadora o reside en un ambiente con humo regular. Si no es asma, cualquier otro tipo de sensibilización.[/infobox]

¿Qué debe valorar el pediatra para detectar una alergia en el bebé?

Lo primero de todo será revisar su historia clínica y ver si los padres tienen antecedentes de tipo alérgico, así como saber cuáles son sus hábitos y dónde se encuentran ubicados (higiene, fumadores, tipo de casa, animales….). Además de estos antecedentes, también preguntará sobre otras enfermedades que padezcan o hayan padecido los miembros de la familia y sí están tomando medicación (sobretodo la madre).

Lo segundo que hará será valorar los síntomas que tiene el bebé y preguntar cuándo y en qué circunstancias han aparecido. Esto ayuda, primero, a establecer una época del año o incluso llegar a un horario concreto (el de las comidas o las cenas,…). Sobre la alimentación deberá preguntar en qué etapa se encuentra el niño respecto a su edad, y en el caso de ingerir sólidos, deberá preguntar qué tipo y las características.

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Observados los síntomas, se pasará a una exploración física del bebé para encontrar varios signos como la piel muy seca que puede indicar dermatitis atópica o incluso la auscultación para escuchar silbidos ya que si no existe una infección agua (resfriado p.ej), entonces puede indicar algo más crónico como el asma.

El Test de Prick

Según el dictamen del profesional sanitario, éste puede encargar al especialista que realice una serie de pruebas cutáneas para ir descartando elementos. La más conocida de ellas es el Test o Pruebas de Prick, un método diagnóstico indoloro que puede aplicarse a cualquier edad y que es muy útil para la gran mayoría de alergias.

Para llevar a cabo esté método, se prepara una batería de alérgenos o sustancias conocidas que pueden provocar alergias. Con una gota de cada sustancia se prueba en un trozo de piel del bebé mediante un pequeño pinchazo con una lanceta (prácticamente no se nota y es indoloro). Dependiendo de la edad, se pueden llevar a cabo en el pie, en la espalda (más frecuente en bebés de 1-2 años) y en los brazos para los niños (más común a partir de los 3 años).

Test de Prick en Bebés

Pasados 10-15 minutos, se observa si ha habido reacción cutánea al alérgeno ya que se verá la formación de pápulas o eritemas (hinchazón o enrojecimiento de la piel) y que pueden ir acompañadas por picor. Ahora bien, esto se realizará a la vez con varios alérgenos. Es probable, que la mamá se asuste al observar tanta micro-reacción en una zona de la piel del bebé, o haya visto fotos no muy agradables, pero esto es una prueba momentánea. El bebé o el niño pueden notar un picor durante varios minutos y ya está.

Con los resultados del test de Prick positivos para algunos casos, y sabiendo los síntomas y la historia clínica del bebé, se puede lograr fácilmente la detección de una alergia concreta y específica para un alergeno. Esto puede ser de vital importancia a frenar cualquier otro episodio durante la infancia porque si se desconoce la etiología (de dónde viene) delos síntomas, solamente se va a ir tratando a éstos con medicación cada cierto tiempo y esto al final repercute en el organismo.

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